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Qué ver en San Sebastián

09/05/2018

Cuando llevas toda tu vida despertando en la misma ciudad crees que nada nuevo se posa ante ti. Pero, cuando vives en una misma ciudad durante toda tu vida, pocas veces te paras a pensar en la belleza y los detalles que encuentras a tu alrededor. Sé turista por un día en tu ciudad, y a la mañana siguiente, cuando te despiertes, creerás haber despertado en otro lugar.

Qué ver en San Sebastián

Qué ver en San Sebastián. ¿Cómo escoges los lugares más bonitos? Es, relativamente fácil escoger 10 sitios en San Sebastián, es cuestión de coger diez postales de la tienda de souvenirs de toda la vida; o leer cualquier blog que encontremos.

Yo os quiero presentar mi San Sebastián, mi ciudad, vivida y sentida con mis ojos, labios, manos y oídos.

Os invito a que viajéis conmigo, será un placer guiaros a través de los sentidos en esta ciudad que hoy día sigue resplandeciendo.

La Concha, el monte Igeldo, la parte vieja, la Catedral del Buen Pastor, el surf, los pintxos… Sí, esa es nuestra Donostia, la foto de postal que tanto nos gusta y disfrutamos. La postal, nunca decepciona, es cierto. Pero haremos un pequeño ejercicio: cambia el foco de los edificios, a las personas. Observa a sus vecinos, a los donostiarras que hacen que Donostia sea la ciudad que es. Esta ciudad del País Vasco con delicadas pinceladas francesas, connotaciones claras de la Belle Epoque, la reina Maria Cristina, el euskara, la tanborrada y la belleza de sus alrededores. Pon el foco en las personas. Ya verás cómo la ciudad coge vida.

sagardo tour

Las personas de las ciudades, la cultura vasca y la vida cotidiana.

Un consejo: despiértate prontito, cuando los primeros rayos de sol empiezan a asomar por la ventana de tu habitación. Es duro, lo sé, pero merece la pena. Desayuna bien, fuerte, para que tengas la suficiente energía para disfrutar del inolvidable día que espera tras la puerta principal del hotel. Ponte calzado cómodo, coge agua, pero no cojas nada para comer, si tienes un poco de paciencia yo misma te llevaré a un lugar que te va a fascinar. Sal del hotel y empieza a caminar. La ciudad amanece contigo. Los vecinos bajan a comprar el periódico y el pan, otros van a trabajar, trajeados o uniformados, otras corren y otros van a pasear. Cada uno sumergido en sus quehaceres matutinos. Pondremos rumbo a la Casco antiguo, para hacer un recorrido del casco a toda la ciudad.

Si el hotel no está muy lejos del centro de la ciudad. Anímate y camina. No hay nada como pasear mirando cada esquina. Ten cuidado, ¡no te tropieces! Desde los hoteles del Antiguo, Amara, Gros, el centro… puedes acceder fácilmente a pie. Si te alojas en Igeldo, o los municipios colindantes, coge el autobús que te acerque a alguno de los barrios mencionados, intenta no llegar hasta el centro. Para que puedas conocer lo que de otra manera, jamás lo podrías ver. Otra opción es coger desde los diferentes puntos de la ciudad las bicicletas de alquiler que puedes coger y dejar en distintos lugares.

Cada lugar tiene sus particularidades, aparte de la belleza de sus edificios, jardines, playas y naturaleza; son las personas, su cultura, historia y forma de vida, el día a día, las que hacen que un lugar sea único. Observa a las personas, cómo se relacionan, hablan, viven, sonríen, visten, comen y beben. Disfruta cómo se crea la vida en la ciudad y cómo se acuesta.

¿Ya has llegado a las puertas de la parte vieja? Te espero en el Kiosko del Boulevard, justo en el centro. El Majestuoso Ayuntamiento, obra maestra de la Belle Epoque y antiguo casino, aguarda a los visitantes que quieren cruzar el umbral para acceder al casco antiguo y sus estrechas calles. Estrechas, pero organizadas, como toda la ciudad. Los comercios, poco a poco abren sus persianas y se quitan asperezas. Un nuevo día amanece en la Ciudad de San Sebastián. Disfrútala.

Sé que a estas horas de la mañana los camiones y coches invaden este paseo peatonal. Los repartidores abastecen a todo el Casco antiguo. El panadero reparte el pan y el kioskero empieza ofrenciendo las buenas nuevas. Cogeremos la calle mayor, ¿ves la pastelería Oiartzun? Lleva desde la década de los 70 endulzando la vida a los donostiarras. Tienes una gran variedad de dulces para guardarlos en la mochilita para cuando después, tengamos hambre. Desde la calle mayor vemos al fondo, majestuosa, como tallada en la montaña la Iglesia de Santa María y su pórtico. Tenemos que llegar hasta sus escaleras, y cuando hayáis subido la última, dar la vuelta.

A lo largo de la calle Mayor podéis ver diferentes comercios y todas las calles perpendiculares que la atraviesan. Si tienes tiempo, no dudes en perderte por ellas, cada pequeña tienda, cada Bar, cada piedra, cuenta una historia… ¿Habéis alcanzado el último peldaño? Sí, la mirada al horizonte, allá por los tejados de las casas. Si trazáis una línea recta desde la apertura de la puerta y extendéis el brazo veréis el campanario de la Catedral del Buen Pastor. Sí, si tuviéramos las patas mecánicas del Inspector Gatchet, la alcanzaríamos en un abrir y cerrar de ojos. Si queréis podéis visitarla, ya os he mostrado el camino.

Una de las peculiaridades de la parte vieja, es la cantidad de bares que tiene; pero para nosotras las vascas y para los vascos, son tan importantes como ellas las Sociedades Gastronómicas. Una de las más antiguas está a vuestra izquierda (si estáis observando el pórtico), subiendo las escaleras. Pero si os fijáis, hay muchísimas en toda la parte vieja. Se caracterizan por tener su “escudo de armas”, o por nombres que se puedan conocer como: Gaztelubide, Urki, Unión Artesana… Las conocidas sociedades de la Tamborrada Donostiarra (20 de enero, día de San Sebastián).

Ahora, podemos seguir por la Calle 31 de agosto, la única que en el año 1813 con la entrada de los ingleses no se quemó, y a la izquierda encontraremos la Plaza de la trinidad. Es aquí donde los niños y las niñas de la parte vieja juegan, es la pequeña plaza de los vecinos del Casco Antiguo. Si subís al altillo que tiene, podréis disfrutar de una panorámica muy interesante de la ciudad: los tejados, patios interiores, patios traseros… La otra Donostia que de otra forma no se puede conocer. A mí siempre me recuerda a la escena de los desollinadores de Mary Poppins. Al final de esta calle tenemos la Iglesia de San Vicente, y también la Plaza Zuloaga, en frente del Museo San Telmo. Si la queréis visitar y conocer algo más sobre nuestra cultura e historia, os invito a que disfrutéis de la sección que tienen dedicada a la Historia de nuestra tierra, los caseríos, y la vestimenta típica. No se tarda mucho en verlo pero puede ser una experiencia verdaderamente fructífera.

Detrás del museo se encuentra nuestro Urgull, la fortaleza que ha servido para muchos de los habitantes de Donostia a lo largo de siglos. Es ella una de las creadoras de la Concha, símbolo con el que podemos identificar Donostia, San Sebastián. Podéis acceder a ella a través de diferentes puntos, y os aconsejo que lo hagáis. Nuestra ikurriña ondea en esta parte de la montaña de la que podrás ver el Teatro Victoria Eugenia, la Playa de la Zurriola, los cubos del Kursaal y todo el paseo hasta Sagües, en donde descansa desde hace algunos años la Paloma de la Paz. Por el otro lado, en cambio, si la bruma y la tierra no se han unido, podréis ver la costa vasca, el mar cantábrico y el golfo de Bizkaia. Es una panorámica majestuosa. Y por último, ya hacía el oeste está nuestra bahía la de la Concha, la bella Easo, antiguo nombre de la ciudad. Si habéis hecho el transcurso por el monte, o si la habéis hecho por el Paseo Nuevo, llegaremos todos al mismo punto. A la terraza del Acuarium, al lado del Puerto. Poco a poco nos acercamos al mar. Siente el aire y el olor, la frescura de los municipios costeros siempre me trae buenos recuerdos, esos atardeceres en el agua, cuando eras la txikitxo (pequeñita) que nunca se enfriaba. El agua es vida, dicen, y cuando crea semejante espectáculo para los ojos, debes activar todos tus sentidos, para disfrutar del momento como nadie.

Bajaremos las escaleras que nos llevan a la puerta del Acuarium. Hace mucho que no entro, pero cuando era pequeña creo que todos los años hacíamos una visita. Ahora lo han renovado y lo han puesto mucho más accesible y experiencial, una maravilla, como no, para todos nuestros sentidos. Aunque la atracción principal sea el túnel subacuático, yo nunca dejaré de asustarme y sorprenderme con el esqueleto auténtico de la ballena. La caza de ballenas era conocida aquí, en nuestras aguas hasta el año 1901, cuando se cazó la última en aguas de Orio.

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Y aquí estamos, en el Puerto de San Sebastian, la pequeña Kaia, en euskara. San Sebastián llegó a ser una de las capitales más importantes para comerciantes (os cuento esta historia en otro post, “Donostia, capital de la sidra y el comercio”). No salían de aquí los galeones más grandes, pero la aduana estaba aquí, donde hoy día está la plaza del león, cerca del muro de entrada al Casco Antiguo del puerto.

Puedes pasear por el puerto, y ver en época estival a los bañistas que se bañan todavía en estas aguas, y juegan a encontrar las monedas que lanzan los visitantes. Al lado de la Iglesia del Carmen, patrona de marineros y pescadores, se encuentra una pequeña marisquería. Me fascinanan las carraquelas que te sacan en cucuruchos de papel, para que las vayas comiendo mientras sigues con el paseo.

Y volvemos casi al punto de partida. El Ayuntamiento, casino en la Belle Epoque y los jardines de Alderdi Eder. Cogeremos el paseo de la Concha hasta la primera rampa, y bajaremos a la playa. Quítate los zapatos y disfruta de la arena, a veces húmeda, otras veces seca. Las mareas nos suelen dejar muchas veces sin playa. Si llueve, en cambio, podemos continuar por el paseo hasta el Pico del Oro y El Palacio Miramar, hogar de verano de la reina María Cristina, a la cual se debe el nombre del conocido Hotel.

Acércate a la orilla y verás la cantidad de gente que pasea por ella. Si es invierno, verás a los dueños y sus perros disfrutando de la tranquilidad que ofrece el arenal de la Concha.

Quiero que te pares un momento aquí, que saques los dulces de la pastelería Oiartzun o que disfrutes de las karrakelas de la marisquería. Pero sobre todo palpa la arena con tus pies y relájalos. La Isla Santa clara se posa ante ti, pequeñita, pero siempre maravillosa. Y el monte Igeldo a su derecha, el punto indispensable de la panorámica de la ciudad, esa foto de postal que puedes disfrutar con tus propios ojos a vista de pájaro. Si, amigos, amigas. Cuando llevas toda tu vida despertándote en la misma ciudad crees que nada nuevo se posa ante ti. Pero, cuando vives en una misma ciudad durante toda tu vida puedes sonreír por saber que tu ciudad es de verdad, que la crean y dotan de vida sus gentes y su cultura; su idioma, su forma de ser y su identidad. Sí, Donostia es de verdad, y es un placer despertar en ella.

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